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Pilar Carbonero analiza, dentro del Foro Synthesis, el reto de alimentar a la creciente población del planeta
El hecho de que la población del planeta haya pasado de 880 millones de personas en el año 1880, a más de 7.000 millones en el momento actual y de que se espere que hacia 2050 aquélla oscile entre 9.000 y 10.000 millones plantea el reto de cómo alimentar a esta población sin aumentar la superficie agrícola y en condiciones ambientales posiblemente más desfavorables debido al cambio climático, según ha expuesto Pilar Carbonero Zalduegui, catedrática de Bioquímica y Biologia
Molecular de la Universidad Politécnica de Madrid dentro del Foro
Universitario Synthesis.
Según la conferenciante en los próximos años los expertos prevén una pérdida aproximada del 10% del terreno agrícola por erosión, salinidad, etc. Según predicciones de la FAO la demanda de alimentos aumentará entre 70-100% hacia mediados del siglo XXI y para satisfacerla es urgente un aumento drástico en el rendimiento medio de las cosechas principales como son las de los cereales: maíz, trigo y arroz. Un cambio de esta naturaleza sería equiparable a lo ocurrido con la introducción de los híbridos en maíz o con la de los genes de la revolución verde de Norman Borlaug que al acortar la altura de las plantas de trigo y arroz aumentaban espectacularmente el índice de cosecha. Hay científicos que opinan que es el momento de pasar de la Green Revolution a la Gene Revolution, es decir, a la biotecnología de plantas, para acabar con esa lacra de la humanidad que son los 1.000 millones de personas que padecen hambre en el momento actual y cuyo número podría aumentar si no se produce este cambio drástico.
Para Pilar Carbonero aunque el consumidor europeo (pero no tanto el americano o el asiático), perciben la biotecnología aplicada a la producción de alimentos como algo poco deseable, convendría recordar que desde el Neolítico cuando el hombre inventó la agricultura, se han ido seleccionando genes en plantas para aumentar rendimientos, hacerlas más resistentes a plagas y enfermedades o para aumentar sus cualidades nutritivas. Al principio, estos cambios se realizaron de un modo empírico y a partir de los descubrimientos de Mendel y Darwin de un modo más científico aplicando las leyes de la genética.
Desde hace más de 30 años, somos capaces de aislar genes concretos en un tubo de ensayo y hemos desarrollado una tecnología para que se expresen transgénicamente en plantas. De este modo en el año 2012, se han cultivado a nivel mundial más de 170 millones de Has. de cosechas transgénicas de maíz, soja, algodón y colza (principalmente); la mitad de esta superficie se ubica en países desarrollados y la otra mitad en países en vías de desarrollo. De todos los cultivos transgénicos, el más importante cuantitativamente es el de la soja resistente al herbicida glifosato, que permite en la Pampa húmeda argentina la doble cosecha soja/trigo, sembrando la soja sobre los restos de la cosecha anterior sin necesidad de labrar el terreno agrícola.
De un modo similar, es posible en la India monzónica la doble cosecha arroz/trigo con laboreo mínimo. India se ha convertido también en uno de los principales productores de algodón transgénico Bt, protegido contra plagas de lepidópteros como el gusano rosado o el gusano de la cápsida, con más de 10 millones de Ha y ahorrando un 50% en tratamientos insecticidas. En China y otros países asiáticos se está introduciendo el arroz dorado, rico en ß-carotenos (provitamina A). En Europa, el país con mayor extensión de cultivos transgénicos ha sido España con algo más de 100.000 Ha de maíz Bt protegido frente a los taladros (Sesamia nonagroides y Ostrinia nubilalis). Además, Europa importa a granel grandes cantidades de maíz y soja transgénicos con destino a la industria de los piensos compuestos para alimentar a los animales domésticos.
En definitiva para Carbonero estamos en una coyuntura en donde toda la tecnología posible (no solo la transgénica pero también la transgénica) ha de ser utilizada para alimentarnos en el siglo XXI ya que los problemas del presente no pueden solucionarse con tecnologías del pasado, en línea con lo expresado en el documento elaborado por el International Food Policy Research Institute (IFPRI) de Washington, patrocinado por la Fundación Bill y Melinda Gates, y titulado: MILLIONS FED: Proven Successes in Agricultural Development.